Sorloth y un penalti inventando provocan el desplome del Atlético contra el Lille
El Atlético se tambalea en la Liga de Campeones. Después de la goleada recibida en Lisboa contra el Benfica necesitaba un partido que le curara el alma y los puntos de la clasificación. Todo apuntaba a que el Lille era un rival adecuado por mucho que hubiera derrotado al Real Madrid. O quizá por eso. Pero no lo fue. A Lisboa llegó el Atlético todavía pensando en el derbi suspendido por los lanzamientos de objetos de sus ultras. Pensando en otra cosa. Y contra el Lille, el fondo que permaneció vacío contra el Leganés volvió a ocuparse. Pero ya nada es igual.
Las cosas cambian, pero no mucho y el Atlético sigue dependiendo de Griezmann. De su cabeza y de sus pies salen las mejores ideas y los mejores pases para los rojiblancos. El francés, en esa posición de jugador liberado, que aparece por donde más lo necesita el equipo, en el centro del campo o como acompañante de Sorloth, arrimó a su equipo a la victoria. Decidió que hacía más falta en el centro del campo que arriba y se empeñó en que Sorloth marcara el gol que se le había escapado en la primera ocasión del Atlético. El mano a mano contra Chevalier se le marchó fuera de banda y el francés quiso recuperar a su compañero con un pase que lo dejó solo ante el portero en otro mano a mano que resolvió con una vaselina que atrapó Chevalier sin dificultad. Pero siguió insistiendo y le mandó otro balón al área para que lo empujara. Pero la empujó hacia afuera. No era el día del noruego.
El acierto que le faltaba a él lo tuvo Julián Álvarez a la primera. Se equivocó Touré, el central del Lille, y le dejó en un uno contra uno ante el portero. Sólo necesitó un toque el campeón del mundo para marcar el primero.
Parecía todo bonito para el Atlético desde el comienzo. Parecía imposible que el Lille fuera capaz de derrotar al Real Madrid en la jornada anterior y que pudiera sacar algo de provecho del Metropolitano después de verlo en la primera mitad.
Pero esas oportunidades que desperdiciaba Sorloth, a las que se sumó un cabezazo de Giménez que Chevalier voló para despejar no acababan de dejar tranquila a la grada. Y con razón. Antes de que Simeone se cansara de que su delantero la mandara fuera, Sorloth tuvo una más, esta vez a pase de Julián Álvarez, que también se marchó por la línea de fondo. Se marchó el noruego entre dudas pero con el aplauso de su afición.
El partido caminaba a un ritmo que anunciaba más goles del Atlético. Y el Lille ya había avisado en el final de la primera mitad con un disparo de Fernández-Pardo que se fue por encima del larguero.
Pero no había más balas de fogueo. El Lille perdió a uno de sus mejores futbolistas, Cabella, al cuarto de hora de partido, pero su sustituto no tuvo piedad. Zhegrova enganchó un disparo desde la esquina izquierda del área que sorprendió a Oblak. Para eso tuvo la ayuda de Giménez, que quiso despejar y la peinó hacia la portería.
El segundo no tardaría en llegar. El Atlético quedó aturdido por el empate y Koke hizo una mano dentro del área que el árbitro vio con más claridad que el VAR, que necesitó algunos minutos para confirmarlo. Simeone no paraba de protestar porque veía que se le escapaba un partido que era suyo y se ganó la tarjeta amarilla. El retraso en el lanzamiento no consiguió que el canadiense Jonathan David se pusiera nervioso y su lanzamiento desde los once metros entró por la mitad de la portería.
Al Atlético le quedaba engancharse a la épica y buscar con más fe que fútbol lo que no había conseguido con su juego. Pero esta vez no había milagros. Quedaba tiempo para otro gol del Lille y Jonathan David enganchó una pelota en el área que acabó dentro de la portería después de tocar en un defensa. Esta vez fue Reinildo el que ayudó al gol del rival.
No les salía nada a los rojiblancos, que habían tenido una ocasión para empatar instantes antes en un remate de Giuliano Simeone que despejó un defensa a córner. El pequeño Simeone fue recibido con una ovación por la grada del Metropolitano, pero aún no está en condiciones de hacer milagros cada día. Mientras los jugadores del Lille saludaban a su afición, la del Atlético corría para huir de la pesadilla.