El Barça se lo cree de verdad con una goleada (4-1) sufrida ante el Bayern Múnich
El Barcelona le marcó un gol al Bayern Múnich antes de que se cumpliera el minuto uno, pero no llegó al partido hasta que no se superó el 20 y ya le habían empatado. Por primera vez, el equipo de Flick se vio superado no sólo en la transiciones, como le pasó por ejemplo contra Osasuna, sino en el control, en el dominio del rival, que le obligaba a estar metido en su campo sin poder salir. No lograba juntar dos pases y sólo podía defender. No podía recuperar pronto el balón, su mejor seña de identidad este curso, sencillamente porque no lo tenía. El duelo sólo iba en una dirección. El Bayern tenía estudiado al Barça, le acunaba de un lado a otro con cambios de dirección, lo meneaba para desordenarlo y después lo golpeaba con los centros, pues los laterales, Balde y Koundé, sufrían mucho con esos desplazamientos largos. El primer gol de Kane fue anulado por fuera de juego, el segundo, una maravilla desde la elaboración hasta el remate, sí subió al marcador.
El panorama y el empate podía haber hundido al Barcelona, que se había adelantado nada más empezar con un gol de Raphinha. El brasileño aprovechó el espacio en la espalda de la defensa alemana, que también asume muchos riesgos. En la base de la acción estuvo Lewandowski para aguantar de espaldas y permitir que sus compañeros recibieran de cara y pudieran montar el contragolpe, entre Pedri y Fermín. El polaco sentó cátedra en ese juego de ser un pivote. También Kane, que abandona el área y no se siente fuera de lugar, porque está protegido por su calidad.
El Barça no se hace pequeño
La situación no desesperó al Barcelona, un conjunto ahora con confianza. No se hizo pequeño y por fin empezó a conquistar el campo contrario, con la aparición de sus jugadores del centro del campo, de Pedri, Fermín, Casadó... Y con los infinitos detalles de Lamine Yamal, que no hay día que no se invente algo que en un principio parece no existir. Por la propuesta de ambos conjuntos, se jugaba en poco espacio y con muchas alternativas. Como un combate de boxeo salvaje, a ver quién aguanta más tiempo de pie. En ese guion el que encontró camino fue Fermín tras un pase de Lamine y en una jugada con Kim que no valoraron ni el árbitro ni el VAR. El azulgrana puso la mano en la espalda del central de forma levísima y continuó para asistir a Lewandowski.
Justo antes del descanso Raphinha logró el segundo tras recibir en el costado izquierdo y rematar con la derecha. El cambio de juego de Casadó fue un espectáculo. En medio de la anarquía, los detalles se sucedían, en un partido en el que era complicado que pasara, porque los dos equipos se buscaban tras perder la pelota como una manada de lobos detrás de su presa.
El resultado podía invitar a cierta relajación, pero no las circunstancias. A la velocidad a la que todo estaba transcurriendo, en un momento se podía dar la vuelta. Volvió de los vestuarios el Bayern de nuevo dominador. Un gol rápido para ellos era volver a empezar. El equipo español tenía los espacios a su favor si lograba salir de la cacería. Lo logró de nuevo tirando de talento: el de Pedri para poner pausa en el arranque, donde los demás se ponen nerviosos; el de Lamine Yamal para controlar y cambiar el juego rápido al otro lado; y el de Raphinha para correr y rematar cruzado pese al empuje de la defensa, que ya se le había echado encima. El brasileño está en un momento en el que se cree capaz de todo... Pero es que además le sale. Menudo homenaje se dio en su partido 100 con la camiseta barcelonista. Fue otro gol de bandera en una noche de fútbol sin tregua.
No frenó el Bayern, que metió en el campo dinamita pura: salieron Musiala, Sané, Coman y Goretzka que, sí, estaban en el banquillo. Todavía tuvo un par de arrebatos más el cuadro alemán. La respuesta de Flick fue meter a De Jong y con el neerlandés sí pudo ejercer un poco más de fútbol control. Por fin se escuchaban en la grada de Montjuic los «olé, olé», porque sus futbolistas empezaron a encadenar un pase, otro y otro, para volver a empezar si no lo tenían claro. Hasta ese momento, el ambiente fue extraordinario pero con tanto cambio de dueño del balón que los seguidores sólo podían contener el aliento.
Con De Jong, se lució Pedri en la conservación del esférico, mientras Lamine Yamal seguía con el catálogo de regates, arrancadas, paradas, caños, controles de pelotas que caían del cielo... Casadó, mientras, continuó ganándose el puesto, con otro partido de notable alto, casi sobresaliente, tanto con el balón como especialmente sin él, en el esfuerzo defensivo y la inteligencia para estar bien colocado.
Perdonó el equipo de Flick varias situaciones al final. El partido le sirve de mucho: de confirmación ante un grande, su pesadilla los últimos años, además con sufrimiento. El Clásico le llega en buen momento.