Yo tuve de vecino un león
Mi primer mural en un espacio público, un mosaico de colores con animales libres en un muro, marcó mi camino como artista, y aún está ahí, en la entrada, donde se alineaban los puestos de juguetes plásticos y los botecitos con líquido rojo y un alambrito para fabricar burbujas gigantes tornasol.
El Zoológico Simón Bolívar fue históricamente parte integral del barrio. Los fines de semana, especialmente, era común ver bajar caminando desde el parque Morazán a familias con niños, parejas, turistas. Un espacio popular, de esos que, sin decir nada, dan mucho que contar.
El cambio de paradigmas que redefine nuestra relación con el entorno, junto con una renovada conciencia de conservación y preservación, nos llevó a un punto crucial: el cierre de un cautiverio que confinaba a los animales y suprimía la vitalidad de lo salvaje.
En su lugar, un exuberante espacio verde permitirá redibujar un parque, pero no cualquier parque, uno que enseñe, que inspire, donde los árboles y plantas nos cuenten historias, donde la naturaleza sea maestra y la educación cívica, la cultura y el arte crezcan de sus raíces.
¿Quizás Jardín Botánico y Centro Educativo Simón Bolívar? Disfrutar de un espacio natural, público y seguro, en donde relajarse, leer, departir o aprender dignifica nuestra vida en la ciudad con la sencillez de saber que lo compartido siempre tiene más sentido.
Sería un legado digno de nuestro “Simón Bolívar”: un parque urbano donde, hace años, al ritmo de las campanas de la catedral, rugía un león.
Carolina Guillermet es artista, en el 2006 recibió el Premio Aquileo Echeverría en pintura.