En los últimos años, el desperdiciodealimentos ha cobrado relevanciaglobal debido a su impacto ambiental,social y económico. En México, dondecoexisten abundancia y carencia, eldesafío alimentario es especialmente apremiante.Según el Banco Mundial, cerca de 34 por cientode la población mexicana enfrenta inseguridadalimentaria, mientras que más de 20 millonesde toneladas de alimentos se desperdician alaño. Esta paradoja, en un país con altos índicesde pobreza y desnutrición, exige una accióninmediata y decisiva.Con la aprobación de la Ley General deAlimentación Adecuada y Sostenible, en abrilde este año, México tiene la oportunidad detransformar su sistema alimentario. El éxitode esta ley dependerá de su reglamentacióne implementación, previstas para este últimotrimestre del año y de la capacidad de los actoresinvolucrados para adaptarse y maximizarsus beneficios. La pregunta es si esta legislaciónpuede ser el catalizador para reformar nuestrosistema alimentario.Hasta ahora, los esfuerzos legislativos hansido insuficientes. La Ley General para laPrevención y Gestión Integral de Residuosy las reformas de 2019 para incentivar la donaciónde alimentos no vendidos no han logrado elimpacto necesario. La razón es simple: falta deincentivos adecuados, educación insuficientesobre el tema y carencia de un marco logísticosólido para la recolección y distribuciónque permita a las empresas, especialmentelas pymes, cumplir con las regulaciones sinincurrir en costos insostenibles.Lecciones globalesPaíses como Francia e Italia han demostradoque es posible crear marcos legales para quetanto supermercados como productores donensus alimentos no vendidos, reduciendo eldesperdicio y apoyando a las comunidades enriesgo. Noruega, Dinamarca, Japón y Coreadel Sur tienen iniciativas similares. En Latinoamérica,naciones como Chile, Argentinay Brasil llevan ventaja.En Chile, se han modificado leyes parapermitir la venta, a precios reducidos, de productoscon imperfecciones o próximos a sucaducidad, lo que ha facilitado la adopción deprácticas sostenibles. Un ejemplo de ello es lacadena de retail Cencosud, con su programaCero Desperdicio, que ha rescatado más de 320toneladas de alimentos.Otra iniciativa que ilustra el potencial deltrabajo intersectorial en México es el programaHambre Cero Nuevo León, que opera a través dealianzas estratégicas para reducir significativamentela inseguridad alimentaria, sirviendocomo modelo para futuras políticas de sostenibilidady bienestar social en todo el país.Legislación: más que buenas intencionesSin embargo, para que una legislación alimentariafuncione en México debe considerarla diversidad del mercado alimentario, queincluye grandes cadenas de supermercadosy pequeños vendedores ambulantes, ademásde la vasta economía informal.La falta de infraestructura para la recolección,almacenamiento y distribución de losalimentos donados es uno de los principalesdesafíos. Sin una red logística eficiente, la leyno generará cambios tangibles. Además, ciertossectores pueden resistirse a la donación dealimentos por considerarla una pérdida económicao un riesgo reputacional. En ese aspecto,el papel del gobierno y la sociedad civil resultancruciales para promover una cultura de solidaridady responsabilidad social.La legislación en México debe actuar comoun catalizador y no solo como herramientapunitiva, asegurando que pymes y productoreslocales también se beneficien de la redistribuciónde alimentos. El desperdicio alimentariotiene un efecto dominó en otros sectores dela economía. La pérdida de ingresos para losproductores y la ineficiencia en la cadena desuministro afectan sectores clave como la agriculturay la distribución de alimentos, y contribuyea la inflación de precios, perjudicandoespecialmente a familias de bajos ingresos.Aunque la legislación es indispensable paraestablecer normas y directrices, la colaboraciónintersectorial será decisiva. Proponer incentivosfiscales, subvenciones para mejorar lainfraestructuras de reciclaje y compostaje,la incorporación de tecnología y el impulsoa certificaciones y programas educativos masivosson medidas cruciales para asegurar queesta nueva legislación no solo se promulgue,sino que se aplique eficazmente. La innovaciónpuede cambiar las reglas del juego.Mientras México se alista para eventos internacionalescomo el Mundial de 2026, aplicarla ley para reducir el desperdicio de alimentosen estos eventos podría servir como modelopara una reforma más amplia en el sector. Losrecientes Juegos Olímpicos de París 2024 sonun ejemplo de cómo la implementación demedidas tales como reducir emisiones de CO2al duplicar los elementos de origen vegetal,limitar el uso de plásticos o minimizar el desperdiciode alimentos, pueden tener un granimpacto ecológico, al organizar grandes eventosdeportivos de manera sostenible.Adoptar ese tipo de prácticas no solo mejoraríala imagen internacional de México, sino quetambién fomentaría un ciclo de sostenibilidadreplicable a gran escala.Aunque una legislación alimentaria es unpaso significativo en la dirección correcta, nodebe considerarse una solución mágica. Laacción coordinada y la voluntad de cambioseránlos motores que realmente marquen ladiferencia, asegurando que las futuras generacionesvivan en un país donde la sostenibilidadno sea la excepción, sino la norma.CHC