La intensa presión que hizo el Barça de
Hansi Flick contra el Bayern se reflejó también en los cambios que hizo durante el partido. Cuando un equipo corre 126,55 kilómetros, muchos de ellos en transiciones a toda velocidad, conlleva un desgaste físico en los jugadores. No es extraño, por lo tanto, que los jugadores del centro del campo y de la delantera fueran sustituidos porque son los que tienen que apretar más en zonas de movilidad constante. ¿Todos cambiados? No, todos no. Uno, incansable, competitivo, enérgico, concentrado, implicado, ejemplar, jugó el partido completo, bailó con la afición, se fue de los últimos a la ducha emocionado por todo lo que vivió en el
Estadi Olímpic de Montjuïc y no paró hasta que metió las piernas, las piernas del Barça, en una bañera con hielo en el vestuario azulgrana. Se trata, evidentemente, de
Marc Casadó, el canterano de 21 años que se ganó la confianza de
Flick durante la pretemporada y que ahora ya se ha ganado el corazón de todos los barcelonistas. Y de cualquier admirador de la esencia del fútbol lleve la camiseta que lleve.
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