Decía la fotógrafa estadounidense Imogen Cunningham (Portland, Oregón, 1883- San Francisco, 1976) que cuando en 1934 la revista Vanity Fair la invitó a hacer fotografías en Nueva York y le preguntaron qué le gustaría retratar, ella lo tuvo claro: « Hombres feos ». Sin miedos ni prejuicios se enfrentó a la convención moral de su época y se convirtió, así, en la primera mujer en firmar fotografías de desnudos masculinos. Ahora, la exposición ' Esencias ' rinde homenaje a esta pionera en el Museo Carmen Thyssen de Málaga. La muestra, compuesta por 29 fotografías en blanco y negro, exhibe dos de los temas más característicos de la trayectoria de la autora: sus sensuales y delicadas fotografías de flores y una selección de desnudos femeninos y masculinos. Así, ofrece un recorrido por la obra más representativa de los años veinte y treinta de esta fotógrafa estadounidense que acabó convirtiéndose en una de las más relevantes fotógrafas del siglo XX y que conformó un estilo propio con su búsqueda de «lo esencial» de las formas. La imagen que abre la muestra es, precisamente, el desnudo de un hombre . Como ha explicado este jueves en la presentación de la exposición Susana Lloret, vicepresidenta de la Fundació per Amor a l'Art (de la que depende la Colección José Luis Soler Vila, a quien pertenecen estas fotografías), la fotografía la realizó a su marido. Según ha detallado Lloret, en las primeras décadas del siglo XX no era habitual mostrar desnudos masculinos y, mucho menos aún, que fuera un mujer quien los captara con su cámara. «Fue una fotógrafa criticada . Pero, sobre una crítica en concreto que fue muy dura, ella dijo que no le importaba. Era una mujer de carácter sólido y tampoco le hizo mucho caso... Pero sí, en ese sentido era solitaria y no iba en la corriente dominante, por ser fotógrafa y por ser una mujer independiente en esos años» ha comentado. De hecho, cuando Vanity Fair la llamó para trabajar, su marido, aquel que retrató en algunas de sus fotografías, la dejó. Más allá de esa mirada retadora en los desnudos masculinos, la exposición muestra imágenes de la naturaleza. Así, decenas de flores muestran una belleza estática , medida y perfecta que casan a la perfección con los imágenes de los cuerpos. « Están absolutamente conectados . Si os fijáis, no son desnudos provocativos, son sobre todo delicados y elegantes. En su mirada ella otorga a las fotografías de vegetales ciertos matices, podríamos decir, humanos, como voluptuosidad o una cierta sensualidad, y al cuerpo humano muchas veces lo geometriza, de manera que al final terminan confluyendo en un sentido de estética que ella tenía de un modo muy helénico y muy clásico», ha destacado la directora artística de la muestra, Lourdes Moreno. De hecho, Cunningham supo sin duda reducir las especies botánicas a sus estructuras más simples . Según han destacado en la presentación de la muestra, su fotografía está muy relacionada con sus propias experiencias vitales : desde sus contactos iniciales con la botánica en sus años de estudiante de química en la Universidad de Washington, sus primeros desnudos -con ella misma o su marido como modelos- y su continua investigación formal con asuntos de su entorno cotidiano, como las plantas de su jardín y los cuerpos y retratos de sus amigos y familiares. Las veintinueve obras de Cunningham que posee la Colección José Luis Soler Vila, se exponen por primera vez juntas en la Sala Noble de la pinacoteca malagueña, donde permanecerán instaladas hasta el próximo 19 de enero. La infancia de Imogen Cunningham transcurrió en una granja de Portland (Oregón), donde su padre contribuyó de manera decisiva a su educación, animándola a leer y a recibir clases de arte. Imogen decidió ser fotógrafa en 1901, influenciada por la fotógrafa norteamericana Gertrude Kasebier. En 1907 se graduó en Química en la Universidad de Washington con una tesis sobre el proceso químico de la fotografía. Tras trabajar como asistente en el estudio fotográfico de Edward Curtis, en 1909 se trasladó a Alemania para estudiar en la Technische Hochschule de Dresde. A su regreso a Seattle abrió su propio estudio adquiriendo gran popularidad por sus retratos. En 1915 contrajo matrimonio con el artista Roi Partridge , con quien tendría tres hijos, y con quien se mudaría a San Francisco en 1920. Dedicada a la vida familiar, tendría dos hijos más y seguiría desarrollando su obra fotográfica en los límites del hogar. En 1929, Edward Weston escogería 10 de sus fotografías para la exposición «Film und Foto» en Stuttgart y en 1932 fundarían, junto a otros fotógrafos como Ansel Adams, el grupo f/64 . Después de «Vanity Fair» publicase varias de sus fotografías de la bailarina Martha Graham, se unió al staff de la revista, para la que retrató a celebridades y figuras políticas como Cary Grant y Herbert Hoover entre 1933 y 1936. Tras separarse de su marido, en los años 40 desarrolló diversos trabajos comerciales y de estudio y en 1945 fue invitada por Ansel Adams a unirse al departamento de fotografía de la Escuela de Bellas Artes de California . Imogen Cunningham seguiría trabajando como fotógrafa hasta poco antes de su muerte a los 93 años.
