El cambio de hora vuelve como cada octubre, a pesar de las constantes iniciativas por acabar con esta medida desde hace años. Siguiendo la normativa del Parlamento Europeo, los países de la eurozona volverán a atrasar este mes de octubre los relojes para establecer los horarios a los meses de otoño e invierno . La intención es la de adaptar la jornada laboral a las horas de luz y así favorecer el ahorro energético. Sin embargo, esta medida ha generado numerosas polémicas con el paso de los años y son muchos los que han pedido que deje de aplicarse. Es por ello que, en 2018, el entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker , decidió acabar con esta práctica antes de 2021. Las capitales podrían decidir entonces si quedarse con el horario de verano o el de invierno. Aunque el plazo para comunicarlo finalizaba en abril de 2020, la pandemia de coronavirus paralizó estas decisiones y, desde entonces, se sigue el mismo sistema de horarios que hasta ahora. Los expertos que consideran que esta medida debería desestimarse alegan que, no solo el ahorro que genera en materia energética es ínfimo, sino que además puede repercutir negativamente en la salud de los ciudadanos . Pero ¿cómo nos afecta realmente el cambio de hora? El cambio de hora de octubre establecerá de nuevo en nuestro el horario característico del invierno en nuestro país. Así, a partir del domingo 27 de octubre , en España amanecerá antes y también anochecerá mucho más pronto que en los meses de verano y primavera. Será la madrugada del sábado 26 al domingo 27 de octubre de 2024. Esta noche, los españoles tendremos que atrasar los relojes una hora y podremos dormir más: a las 03:00 horas serán las 02:00 horas. Por su parte, en las Islas Canarias este cambio se realizará a las 2 de la madrugada. El cambio de hora puede afectar negativamente a nuestra salud. Así lo explican los expertos , que creen que variar habitualmente nuestro horario incide directamente en nuestro estado de ánimo , haciéndonos más irascibles e irritables en nuestras relaciones personales. Esto viene promovido por el cambio de hora brusco, que motiva un desajuste en nuestro reloj biológico y que, a su vez, hace que nuestro cuerpo necesite un tiempo de adaptación. Es algo parecido a lo que sucede cuando viajamos a una zona donde no se sigue nuestro huso horario: nuestro cuerpo se siente completamente desfasado. Aunque se estima que por cada hora de desfase horario se necesita un día de adaptación , lo cierto es que este tiempo no es exactamente el mismo para todos. Los niños, las personas con ciertas patologías vulnerables y los ancianos pueden necesitar mucho más tiempo del habitual para poder seguir el nuevo horario, ya sea de invierno o de verano. Entre las consecuencias negativas que pueden presentar algunos ciudadanos frente al cambio de hora, se encuentras las alteraciones en el sueño, cardiovasculares o el impacto negativo en niños, ancianos y personas con una salud más vulnerable. Así, puede ser habitual que, tras el cambio de hora, algunas personas puedan experimentar fatiga, tristeza, apatía o pérdida de interés por actividades, dificultad para dormir o sueño excesivo o dificultades para concentrarse.
