Carlos Alcaraz se presentaba en París después de ser finalista en el torneo de los Seis Reyes. Una prueba, esta vez de verdad y oficial, para calibrar cómo ha llegado a final de curso. Aunque después de ser campeón en Pekín hace unas semanas, parece que ha llegado con más energía a estas últimas semanas de 2024 tenístico, un paso hacia delante en su evolución después de que el año pasado sufriera más de la cuenta para pelear por los títulos de noviembre, y el correspondiente tirón de orejas de su entrenador, Juan Carlos Ferrero. Ya lo ha dicho el murciano, que sentía haberse quedado sin gasolina en 2023, pero que para este, entendió desde el principio que la temporada es hasta noviembre, no hasta el verano del US Open. Y así lo ha de mostrado en su primera incursión en París, dispuesto a enmendar un torneo que no le es demasiado fácil (perdió en octavos en 2021, se retiró en cuartos en 2022 y no pasó de primera ronda en 2023), con una victoria de contundencia, cuerpo alerta y físico veloz ante Nicolás Jarry (29 años y 37 del mundo). Y algún despiste. El español salió del vestuario ya en caliente, cómodo bajo techo y concentrado en su objetivo. Enseguida encontró acomodo con su tenis, rasas sus propuestas de derecha y de revés, atento y con ideas frescas en sus movimientos y su estrategia, que era anular el servicio del chileno en cuanto pudiera. Y lo logró en el segundo juego. Una rotura que lo impulsó en el marcador porque se mantuvo ligero y Jarry no encontró su ritmo ni su gran derecha ni su resto para poder incomodar al español. El chileno continúa en esa racha negativa en este 2024: desde la final de Roma, encadenó seis primeras rondas perdidas, y desde septiembre, no ha pasado de la segunda en ningún torneo. Era un 5-2 en 27 minutos, demasiado rápido, como la pista, y cómodo ante el chileno, que lo había despachado en Buenos Aires a principios de curso. Y llegó el enredo, un par de despistes, de estos que intenta limitar el español, pero que no pudo hacer en el noveno juego, perdido su saque y obligado a forzar el cuerpo un poco más para evitar jugar el tie break ante un sacador de más de dos metros que tiene catapultas en lugar de brazos. Si hay diferencia entre el murciano y muchos otros, entre ellos este Jarry, es que consigue las victorias en esos puntos sobre el límite. Donde Jarry no mostró la entereza suficiente para ganar su saque y alargar el set hacia la muerte súbita. Apretó Alcaraz y el chileno cometió dos errores, con su potente derecha y con su supersónico saque, una doble falta con la que ofreció el juego y el set para el español. No se confió el murciano, que ya sabía que Jarry puede darle la vuelta a la situación en cualquier momento y no es nada fácil desequilibrar su servicio. En los dos partidos que ganó le había dado mucha faena, y acabó claudicando ante la potencia de su derecha en febrero. Por eso esquivó los latigazos con velocidad de reflejos, incluso en los momentos en los que el chileno se convirtió en un mago lleno de trucos en la red y con los remates. Pero tiene mucho más fondo de armario el español, que solventó algunos problemas con su servicio y se plantó cada vez con más seguridad al resto. Siempre metido muy cerca de la línea de fondo para presionar al rival. Consolidó su fortaleza mental obligando a Jarry a tener que devolver una y mil veces la misma bola que parecía ganadora. Y en esa tesitura, comenzó a temblar de más. Alcaraz le ganó el segundo break para el 3-1, Jarry le regaló el 5-1, con golpes de precipitación, desfondado el chileno y despistado ya con todo en contra. El español ya no se inmutó, bloqueó su servicio y terminó sin agobios este primer duelo de París-Bercy. Que queda mucho por delante.