Lo que tenía que pasar, pasó. Cuando un club, en este caso el Real Madrid, se postra ante un jugador, en este caso
Vinicius, la cosa suele acabar mal. Los ejemplos están por doquier, aunque no recuerdo ninguno que haya llegado a extremos tan hilarantes, propios de la ‘
Escopeta Nacional’, como insólitos, cual es rechazar un reconocimiento mundial al club y su entrenador, lo que demuestra el grado de humillación que
Florentino ha aceptado en este caso.
Vinicius es un monstruo de dos caras: como futbolista y como deportista. En lo primero, su calidad no se discute: es un jugador top. En lo segundo, sigue igual desde que llegó de
Brasil cual potro desbocado. En cinco partidos en el
Castilla (2018/19) vio cuatro amarillas y una roja. Con tamaña tarjeta de presentación, escondieron a tan la díscola criatura y la subieron al primer equipo.
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