La historia del más grande triunfo del fútbol femenino español quedó opacada por un ‘pico’ que, no obstante, después de la celebración con sordina sigue dejando réditos a las protagonistas. La gesta lo merece; lo que no es de recibo es que la grosería de un presidente pasado de vueltas no dejara ver el bosque. Con el Balón de Oro de
Rodri se están produciendo acontecimientos paralelos que nublan la grandeza del premiado. El Madrid supo una semana antes de la ceremonia que le habían elegido mejor equipo del mundo, y Ancelotti, mejor técnico. Pero cuando el club preguntó por el premio de
Vinicius recibió una respuesta tan inquietante como reveladora: “Sobre eso no podemos decir nada”, descubrió Pedrerol en ‘El Chiringuito’. Y llegó el lunes 28 de octubre. El Madrid supo que el gordo era para Rodrigo; el avión del medio centenar de invitados no despegó, los fastos se suspendieron, Vini se pilló un rebote descomunal y el club renunció a las pompas. Pista libre para el Barça. Así se las ponían a Fernando VII. En la fiesta del fútbol español, Rodri se acordó de su amigo
Carvajal –“merecería estar aquí igual que yo”–, la alternativa madridista para oscurecer la figura del ganador tras el chasco del brasileño. ‘France Football’ publicará el 9 de noviembre las votaciones del centenar de periodistas que optaron por el centrocampista celestial en lugar del delantero interestelar. Y no hay moraleja que valga, salvo la cruda realidad: el Madrid no puede ganar todo lo que se propone y todas las temporadas, es imposible. Por eso la frustración no debería servir de alfombra roja a la soberbia. Un ejemplo: a
Laporta no le funciona el ‘loro’, lo que realmente engrandece al club es un equipo bien dirigido, por obra y gracia de
Hansi Flick.
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