Gracias, Ramón Ybarra Valdenebro
Hace treinta años coincidí en los estudios de televisión española de Barcelona con Juan Espartaco. Pedro Ruiz nos entrevistaba a ambos. Estando ya listos y maquillados se fue la luz. Casi tres horas de charla dieron para poner la primera piedra de una gigantesca amistad. A las pocas semanas nos vimos en Sevilla. Juan, el maestro, me presentó a uno de sus grandes y mejores amigos. Desde ese día Ramón Ybarra se convirtió en parte muy importante de mi vida. También su mujer, Verónica Lora. También sus tres hijos: Sol, Cristina y Ramón. También su madre. Y, por supuesto, sus cuatro hermanos Mayda, Enrique, Estanis y Marcos. Hemos compartido bautizos, bodas, ferias, semanas santas, toros en todos los rincones de España pero sobre todo en la Maestranza, jornadas de campo, días de trabajo, y también alguna profunda pena, como cuando falleció Irene al poco de nacer nuestro quinto hijo. Vero, Ramón y su familia fueron un apoyo esencial para nosotros. Hace tres años volví a casarme con otra sevillana, Alejandra Salinas. Me la presentaron Vero y Ramón… Hay una especial forma de pasar por la vida, de mirar, de hablar, de moverse que se tiene o no se tiene. Y cuando alguien tiene esa virtud da gusto estar al lado. Se puede llamar categoría-una palabra que el usaba a menudo- hombría de bien, corazón grande y limpio… Ramón lo poseyó y en grado superlativo. Lo puso al servicio de todo lo que le rodeaba. Su amor por Sevilla, que contagió a tantos buenos amigos. Su pasión por La Candelaria a la que tantas y tantas veces se acercaba. No en vano la plaza de su salida se llama, desde que falleciera su padre, plaza de Ramón Ybarra Llosent. Y su devoción por el Cristo del Amor. Su afición por el Sevilla Fútbol Club. Hasta nos llevó a Barcelona a ver la final de la Copa. Admirable fue su entrega a la empresa de turismo que tan grande han hecho el y sus hermanos en tantos rincones del mundo. Y sobre todo su disfrute con la familia y amigos, su sabio deleite con los toros, su comentario fino con los maestros, los ganaderos y los aficionados. Tantas y tan variadas vetas de una vida bien vivida. Hace pocos días comentábamos que en la próxima Feria, el 20 de abril, celebraríamos su sesenta cumpleaños. Desde hace muchos años Ramón convoca en El Aero a familia y amigos en la semana de Feria. Este año le vamos a llorar y a agradecer tantas cosas… Le impresionaba el cambio de década. Y nos dijimos que una vida bien vivida tiene tres etapas. La primera estudiar y trabajar como bestias. La segunda trabajar con alguien a quien admiras para hacer luego un equipo que si es posible te admire. Y la tercera, en la que ya entrábamos, devolver lo mucho que Dios, la familia y la vida nos había regalado. No vamos a disfrutar de esta tercera etapa de su vida. Pero si tenemos muchas razones para dar gracias a Dios y a Ramón por su vida bien vivida. Con categoría. Y con un gran gran corazón. Gracias amigo Ramón Ybarra Valdenebro. Te vamos a llorar, pero espero que seamos capaces de hacerlo con lágrimas blancas, esas que brotan con dolor sí, pero también con un profundo agradecimiento que honren lo mucho que nos diste. Entre otras muchas cosas aprender a amar a Sevilla.