Sôber: «Los40 Principales dijeron «no más guitarras», y las tendencias cambiaron hacia otros géneros que no hacen reflexionar»
En 1994 Sôber eran unos pipiolos de dieciocho años que cantaban en inglés y que no tenían la más remota idea de cómo funcionaba el negocio de la música. Por su inexperiencia, sumada al consustancial entusiasmo desenfrenado, hubieran firmado un pacto con el mismísimo Diablo para tener la oportunidad de grabar un disco. Y quizá les hubiera ido mejor con él, porque quienes les pusieron un contrato delante de las narices acabaron dejándoles con el culo al aire. Que les «estafaron», vaya. «A nosotros, y a otros diez grupos de la escena de aquel momento, como Algo Salvaje y otros que no recuerdo ahora», explica su líder, el bajista y cantante Carlos Escobedo , que un año antes había montado un cuarteto que muy pronto acabaría subiendo a la primera división del metal nacional. «Jesús Moll, de Polygram, se juntó con su hermano, que era batería de Barrabás, y con Luis Fierro, que ya murió el pobre, y los tres crearon una especie de discográfica con la que hicieron una artimaña por la cual firmaban un contrato con el grupo, para después pedir un adelanto de un millón seiscientas mil pesetas a la Sgae en su nombre. Luego, el grupo tendría que ir devolviendo descontándolo de sus derechos de autor. ¿Qué pasó? Que de esa cantidad se gastarían doscientas mil pesetas en grabarnos el disco, y el resto se lo repartieron entre ellos. El disco se grabó en un fin de semana y con muy pocos medios, en un estudio medio improvisado que montaron en una nave, sin la menor pre-producción. ¡Y luego ni te lo publicaban ni nada! Nos dieron el master y no tenía ni los timbales grabados. Los tuvo que meter nuestro pobre batería, tocándolos sobre la base grabada. Todo muy absurdo y surrealista». Noticia Relacionada estandar Si Judas Priest: «El metal lo tiene difícil en estos tiempos porque requiere atención» Nacho Serrano La mítica banda británica publica su nuevo disco 'Invincible Shield', que presentará en directo en España en junio Aquel álbum, que llevaba el profético título de 'Torcidos', acabó publicándose a través de Sôber Records, la discográfica que fundaron ad hoc. «Para nosotros siempre ha sido como una especie de maqueta», aclara Escobedo. «Y así la hemos considerado para convertirla en 'Retorcidos' . Hemos tardado treinta años en hacer nuestro primer álbum (risas), pero por fin ya lo tenemos y hemos podido reconciliarnos con nuestro pasado». En aquella época se llamaban Sôber Stoned, y en la batería tenían a Elías Romero, que poco después dejó el grupo porque se hizo de oro con la cadena de supermercados Casa Elías. Le sustituyó Luis Miguel Planelló para grabar 'Morfología', que a su vez fue reemplazado por Alberto Madrid. Fue entonces cuando la banda quedó consolidada (con Jorge Escobedo y Antonio Bernardini a las guitarras) y, tras su paso glorioso por el Festimad de 2002 y la publicación del célebre 'Paradÿsso', Sôber alcanzó el estatus soñado por todo chaval que da sus primeros guitarrazos en un roñoso local de ensayo. «Desde que empezamos, en cada nuevo concierto que dábamos había diez personas más, diez personas más, diez personas más», relata Escobedo. «De pronto, teníamos doscientas personas en salas sin haber publicado nada. Y cuando por fin pudimos sacar un disco grabado decentemente, al ir a tocar veíamos cola antes de la prueba de sonido. Ahí dijimos: «Está pasando algo». Después del Festimad y el 'Paradÿsso', efectivamente, ya la cosa saltó a otro nivel. La crítica pasó de no saber dónde ubicarnos, a tenernos como un nuevo referente». Una vez alcanzada la gloria, vivieron la última era dorada del metal español por todo lo alto, mezclando sus discos en Los Ángeles e incluso pagándole vuelos a periodistas de Los 40 Principales para que se pasaran por las sesiones de trabajo y les ayudaran a elegir el mejor single para la emisora. «Había pasta y nos pareció bien que lo escogieran quienes luego iban a defenderlo en la radio», cuenta Escobedo, que poco después vio cómo la situación dio un giro de ciento ochenta grados. «Creo que fue cuando Jaume Baró entró de director de la emisora, cuando me contaron que dijo algo así como «no quiero más guitarras». Antes de eso sonábamos nosotros, Linkin Park, Nickelback, Dover… pero de pronto el rock desapareció de las emisoras comerciales, y las tendencias fueron cambiando. Por ejemplo, yo produje el primer disco de Shinova, que era de metal, pero sólo pudieron tirar para adelante cambiando a otro estilo más 'indie'. De pronto, lo que no se conseguía con el rock, se conseguía con otros géneros que, en buena parte, tenían letras menos comprometidas. Que no te hacían reflexionar mucho, vaya». Treinta años después del inicio de su andadura, se puede decir que Sôber son unos supervivientes. Superaron la tristísima muerte de Alberto Madrid en accidente de tráfico , han podido torear el declive comercial de su escena, se han separado y reunido (en parte por la proverbial rivalidad entre hermanos rockeros) y ahora, tras tener que asumir el desprecio de las plataformas de streaming («apenas hacen playlists de metal, y sin eso no accedes a los milagros del algoritmo», señala Escobedo), han «vuelto a la lucha, a las salas, a los festivales de nuestro rollo», pero sin dejar de tirar la casa por la ventana para convertir su maltrecho primer álbum en una caja 'deluxe' con una mareante cantidad de detallitos para los más fans. Cada edición de 'Retorcidos' incluye un cassette exclusivo con la maqueta 'Mirror's Way', el disco original 'Torcidos', cuatro láminas de arte exclusivas y un amplio libreto que desentraña la historia de los comienzos del grupo. MÁS INFORMACIÓN 'Piedra contra tijera', la historia de supervivencia del rock español en los 30 años de declive del género El vinilo incluye una edición de siete pulgadas con los temas nuevos 'Tiempo' y 'Habitación 208', y todas las reservas hechas en preventa recibirán una lámina firmada por la banda y un DVD con el vídeo del primer concierto de Sôber Stoned en la facultad de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, grabado con mucho encanto por cuatro estudiantes en prácticas. Además, en cinco cajas elegidas al azar se ha introducido un Golden-Ticket que dará derecho a elegir un concierto de la gira y pasar el día completo con la banda desde el inicio hasta el final del concierto. «Viene hasta un bolígrafo para rebobinar las cassettes», se despide Escobedo entre risas. «Es una idea genial, ¿a que sí? Pero voy a ser sincero: nos la dio una fan hace ya unos años, y ese toque de nostalgia de los buenos viejos tiempos le iba al pelo a este reedición».