Vuelve el frontón Beti Jai: la cancha de la 'fiesta' del XIX renace de su ruina
Hay un edificio antiguo en Madrid que ha sido cancha, sobre todo, pero también auditorio, hipódromo, laboratorio de inventos, taller de Harley-Davidson... El frontón Beti Jai ha tenido cien vidas a lo largo de sus 130 años . Su aniversario, el próximo 29 de mayo, recordará el primer partido de pelota vasca que acogió, allá por 1894, cuando los pelotaris eran tan populares como los toreros, e inaugurará una nueva función para la cancha. Otra más: esta Semana Santa, el frontón Beti Jai abrirá sus puertas de forma permanente a visitantes. El Ayuntamiento de Madrid calcula que recibirá 120.000 personas antes de que concluya 2024. En euskera, 'beti jai' significa siempre fiesta. Con esa idea nació la 'Capilla Sixtina' de la pelota vasca entre finales del siglo XIX y principios del XX . Aunque se erigió, ante todo, como un «frontón comercial», explica el guía turístico Álvaro López, «con el objetivo de hacer negocio en torno a las apuestas deportivas, ya que no estaban del todo legisladas». El promotor donostiarra José Arana aprovechó ese vacío legal para establecer un modelo de negocio «que permitía ganar grandes cantidades de dinero». Muchos otros empresarios hicieron lo mismo y se construyeron hasta una treintena de frontones en la capital, pero el Beti Jai siempre destacó. Las obras —entonces en las afueras de la ciudad, hoy dentro del distrito de Chamberí— comenzaron en 1893 y terminaron en pocos meses, dirigidas por los arquitectos Joaquín de Rucoba y Octavio de Toledo. Siguieron las modas de la época y crearon una joya de la arquitectura ecléctica , una mezcla de estilos. En el Beti Jai se fusionan tres: el neoclásico en la fachada principal, la que mira a la calle del Marqués de Riscal, un estilo basado en la simetría y en los colores claros; el neomudéjar , técnicas árabes para crear edificios cristianos, marca las fachadas laterales, de ladrillo, y los arcos de herradura de la gran puerta; y la arquitectura del metal o del acero luce en los tres pisos de gradas, en sus barandillas decoradas con medallones. Antes Después El patio del Beti Jai, durante la celebración de un partido en 1900 (antes), y el estado actual de la cancha ARCHIVO ABC/EFE Más allá de su estética, el Beti Jai es valioso por la historia que ha albergado desde esos primeros partidos de pelota vasca, en una cancha de 67 metros de largo y con un público de 4.000 espectadores, hasta su abandono en el segundo milenio. «Es el único frontón monumental que se ha conservado. El que lo haya hecho, después de todas las vicisitudes por las que ha pasado, es casi un milagro. De ahí su inmenso valor patrimonial e histórico y, me atrevería a decir, sentimental», asevera la concejal de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, durante su visita al inmueble que abrirá oficialmente el próximo 28 de marzo . Las cien vidas del Beti Jai El Beti Jai se levantó para jugar a la pelota. «Probablemente sea el centro deportivo más antiguo de Europa que se mantiene en pie», asegura Fernando Rodríguez, comisario del centro de interpretación que se inaugurará en tres meses para narrar el origen, la historia, el olvido y la resurrección del frontón. Hubo muchos partidos delante de las gradas inclinadas, pero también conciertos, escuelas militares, exhibiciones hípicas, mítines políticos, ensayos científicos, peleas de perros y ratas... Rodríguez se detiene: «Sí, peleas de perros y ratas, no puedo explicar más, pero están datadas». Apenas estrenado el siglo XX, la arena del Beti Jai fue el campo de pruebas del ingeniero español Leonardo Torres Quevedo , un inventor poco reconocido que, en 1904, colocó un triciclo en mitad de la cancha y, desde las gradas, accionó un aparato para que el vehículo se moviera solo por el patio. Esa máquina era el telekino , el precursor del control remoto. Entre enero de 1904 y junio de 1906, en ese Centro de Ensayos de Aeronáutica —fundado por el Ministerio de Fomento para las creaciones de Torres Quevedo— también se diseñó la cubierta del primer dirigible español desplegado en la Primera Guerra Mundial; hay diseños de Torres Quevedo al otro lado del Atlántico, como el transbordador que sobrevuela las cataratas del Niágara desde hace un siglo. Antes Después El estado de deterioro del frontón Beti Jai, en 1977, con la estructura del taller en el patio; y su posterior aspecto, en 2007, completamente abandonado ARCHIVO ABC Hubo muchas actividades diferentes en la cancha hasta que, en 1918, se dejó de jugar a la pelota, y en 1919 el Beti Jai cerró sus puertas, al menos, al público. Durante buena parte del siglo XX, el frontón fue un taller . La pared al sur de la cancha aún conserva la marca, a casi 11 metros de altura, del tejado a dos aguas que sirvió como concesionario primigenio del fabricante de motos Harley-Davidson. La misma infraestructura que ha servido para fabricantes de coches, escayolas, jeringuillas... Y como comisaría y cárcel durante la Guerra Civil. «Este edificio es absolutamente único, es un símbolo universal, no solo de Madrid, sino de toda España», asegura el comisario Rodríguez. Pero esa etapa de taller y laboratorio también terminó, en 1995, y entonces el olvido se instaló en el Beti Jai. Aunque en medio del abandono el frontón también fue casa, brevemente, una corrala en la que detrás de las barandillas de las gradas había viviendas. El renacimiento En las últimas dos décadas, antes de que las administraciones se acordaran del edificio, el Beti Jai era una selva. El patio estaba cubierto de maleza y grandes arbustos, las paredes eran grises y las gradas que un día presidieron el coliseo de los pelotaris se habían transformado en barrotes, ventanas y paredes destartaladas. Un paraíso okupa mientras los planes para protegerlo se postergaban. En enero de 2011 se dio el primer paso: la Comunidad de Madrid declaró el inmueble Bien de Interés Cultural (BIC) y cualquier actuación sobre el frontón debía ser autorizado por la Dirección General de Patrimonio Histórico. Antes Después El patio y las gradas del frontón Beti Jai, en los años 70 y en la actualidad, después de su restauración en 2019 ARCHIVO ABC/TANIA SIEIRA El Beti Jai es el único superviviente de los treinta frontones repartidos por Madrid en el XIX que no resistieron al final de una moda. El deporte popularizado por la Casa Real y la cancha al aire libre perdieron fuelle con la prohibición de las apuestas, la aparición de otros espectáculos deportivos y la nueva moda: los frontones cubiertos. «Realmente es un absoluto milagro que siga en pie», insiste Rodríguez. En 2015, el Ayuntamiento de Madrid expropió el edificio en ruinas y, después de varios intentos frustrados, restauró la joya ecléctica. En 2019 recuperó su diseño original. Este jueves a las 10 de la mañana abren las inscripciones (en la página web ) para las visitas guiadas por el Beti Jai a partir del 28 de marzo. Los fines de semana la visita es libre y con un itinerario especial para familias; los niños podrán elaborar sus propias pelotas con un globo. Sin embargo, no es el último proyecto previsto para el frontón. La concejalía de Cultura, Turismo y Deporte trabaja en un nuevo plan de usos —actualmente, su uso es deportivo— para erigir una «infraestructura cultural» en el barrio. MÁS INFORMACIÓN noticia Si El frontón Beti Jai olvida su ruina con un plan que combina deporte, cultura y educación Vuelve el Beti Jai, aunque no sus partidos. «Se podría hacer un partido de pelota, pero solamente podrían verlo 300 personas en sillas de tijera en el patio», ha dicho la delegada, Marta Rivera de la Cruz, «aquí llegó a haber 4.000 personas, pero evidentemente desafiando todas las medidas de seguridad que ahora mismo se nos imponen». No habrá pelota vasca. Empieza la enésima vida de la cancha donde siempre hay fiesta.