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Abc.es
Март
2024

Las amenazas de un ministro

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Pocas personas encarnan mejor el talante del sanchismo que Óscar Puente. Las maneras rústicas de ministro no son ya una sorpresa para nadie y en apenas unos meses al frente de Transportes el antiguo alcalde de Valladolid ha demostrado no estar cualificado para un cargo de tanta responsabilidad. Ni sus modales se corresponden con los esperables en un ministro, ni su desempeño parece demostrar una competencia técnica a la altura de la complejidad de su cartera. A Óscar Puente le habíamos visto insultar y amedrentar a periodistas, pero ahora ha dado un paso más y con la grosería desafiante que le caracteriza se ha permitido arremeter contra la empresa ferroviaria de titularidad francesa Ouigo. Como es costumbre en los políticos de usos populistas, el ministro optó por la red social X para verter sus amenazas. En un intento de respuesta ante los precios competitivos de esta operadora de bajo coste, el ministro creyó conveniente realizar una amenaza pública en la que anunció que «tomaba nota» de la capacidad económica de esta empresa para subirle el canon de Adif. Una respuesta que no sólo resulta intolerable por sus formas trumpistas sino que, además, cabe recordar que la relación entre Adif y el ministerio está elevada ahora mismo al Tribunal de Justicia de la UE después de que la Comisión Europea denunciara que existe una dolosa dependencia entre ambas entidades. La amenaza de Óscar Puente aspira a ser una exhibición de fuerza y, sin embargo, acabó por denotar una incuestionable debilidad. El contraste entre los precios de Renfe y Ouigo pone de manifiesto la falta de competitividad de la empresa pública española. Durante demasiadas décadas, Renfe ha operado de forma monopolística sin que en ningún momento se exigiera alcanzar unas cuotas mínimas de eficiencia. Al liberalizarse el transporte ferroviario, la entrada de empresas como Ouigo o Iryo han demostrado la incapacidad de Renfe para competir de forma mínimamente solvente. Son tantas las servidumbres que arrastra la empresa pública española que para poder actualizar su estructura debería planificarse una reforma integral que, a buen seguro, un hombre como Óscar Puente no podrá realizar. El ministro, de hecho, no sólo yerra al comportarse como un matón desprovisto de autocontol, sino que demuestra desconocer las circunstancias que impiden a Renfe poder ofrecer unos precios próximos a las ofertas de las operadoras extranjeras. Es imprescindible recordar que las empresas ferroviarias no compiten tanto entre sí como con otros medios de transporte alternativo. Si durante los últimos años Renfe hubiera asimilado que el coche o el avión eran sus verdaderos competidores, nuestra empresa pública de transporte ferroviario habría aliviado su estructura y actualizado su servicio. Sin embargo, tras décadas de sedentarismo corporativo, la llegada de otros operadores ha comenzado a desvelar la obsolescencia del modelo empresarial de Renfe. Un modelo que, por cierto, afecta de forma directa a la transición energética de la que intenta alardear con insistencia este Gobierno. Si Óscar Puente fuera un ministro responsable, condición que está lejos de satisfacer, en lugar de amedrentar a empresas extranjeras como Ouigo, con el bochorno diplomático que entraña, desarrollaría un modelo de conversión industrial para Renfe que permitiría su paulatina actualización. Pero Puente no puede evitar mostrarse como lo que siempre ha sido, un hombre de maneras ordinarias y agresividad impropia en un servidor público. La responsabilidad, en cualquier caso, no la tiene tanto el ministro sino quien lo consideró idóneo para gestionar una de las carteras con mayor presupuesto.











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