Мы в Telegram
Добавить новость
smi24.net
Abc.es
Март
2024

Cosas que hacer en Sevilla un Jueves Santo sin pasos

0
Abc.es 

Qué se puede hacer un Jueves Santo en Sevilla cuando caen chuzos de punta y todo (las sillas de la carrera oficial, las colgaduras, los reposteros…) está pingueando. Miles y miles de sevillanos y forasteros se hicieron ayer esa misma pregunta. Y no encontraron muchas respuestas, la verdad. Porque el Jueves Santo es el día nacional de la ciudad, su fiesta más preclara, cuando se exhibe altanera y triunfante con todo el sabor de los siglos depositado en sus cofradías, en sus costumbres, en su saber estar. No hay otro día como éste para el corazón sentimental de sus ciudadanos, pero cuando el día sale rana (dicho sea sin asomo de sorna), no hay nada que hacer. Te puedes comprar ropa en las tiendas abiertas del eje comercial de Tetuán-Duque, pero el catálogo de moda exhibe creaciones para la primavera que marca el calendario mientras la meteorología marcaba con obstinación que estábamos en invierno. Riguroso y pasado por agua. Vestirse de mantilla en tales circunstancias ayer por la mañana resultó ser una heroicidad que debiera convalidar por media palma de martirio de las Santas Patronas, tal fue el suplicio con las rachas de viento que hacían volar la blonda, soltarse los alfileres e hincar la peina. Por no hablar del paraguas, imposible de usar por encima de la cabeza, o los zapatos de tacón, aunque hubo quien los cambió por unas botas de agua. Lo más apropiado, desde luego. Desechada la opción de los trapitos, quedaba entrar en una librería y comprarse algo apropiado para la ocasión para beberse los primeros capítulos arrellanado en el sofá, arrimado a la mesa camilla mientras de fondo los comentaristas audiovisuales van rellenando el parte de bajas de la jornada: los Negritos, no sale; Pasión, no sale; los Caballos, no sale... ¿Qué más puede hacerse un Jueves Santo esaborío como éste? Algunos turistas contumaces, inconfundibles por los ponchos de plástico y los chubasqueros de colores chillones, lo intentan con el mirador de las Setas de la Encarnación, pero la subida se convierte en deporte de riesgo si te pilla arriba un chaparrón de los que descargan a intervalos irregulares a partir de las 11.30, cuando dejó oficialmente de llover desde la madrugada, cuando el cielo se abrió sobre nuestras cabezas y jarreó de lo lindo. Qué alegría para los pantanos y para el olivar. La opción de rezar en un templo está bastante más complicada de lo que parece. La parroquia, el colegio de religiosas y el convento de clausura de al lado de casa de este cronista están cerrados. Y no hay síntomas de que vayan a abrir. Otros conventos, otras parroquias sin cofradías y otros colegios también se pasan la mañana clausurados y a uno le da por pensar en toda esa gente que ha venido de lejos y no tiene nada que hacer en la ciudad medio vacía, medio tristona y medio amuermada que nos deja este Jueves Santo chuchurrío. De sagrarios, ni hablamos. Antiguamente, los oficios se celebraban por la mañana y esa era la razón por la que las procesiones se organizaban por la tarde. Pero el Vaticano II cambió el reloj 'aggiornato' de la Iglesia con la misa vespertina de la Cena del Señor sin que la ciudad haya puesto en hora sus manecillas. Como si confiara en que el adjetivo de la misa fuera a caerse de un momento a otro y se recuperaran las costumbres de antaño. Las que no van a volver. Pero los turistas seguían dando barzones por el Centro sin saber dónde ir. Veían una cola y allí se ponían, obedientes y desnortados. La de la Magdalena -soberbio su monumento eucarístico, digno de tal nombre- daba la vuelta a la manzana por la calle Bailén y alcanzaba la puerta del hotel Colón, que es justo el costado opuesto a la nave del Evangelio tan primorosamente restaurada el año pasado para abrir las ventanas que dan al edificio hotelero. Es una competición insana entre filas de los templos con cofradías para averiguar en cuál hay más público que entra, mira para arriba y se va. ¿Habrá entendido algo de la magnificencia que pregonan nuestros pasos, habrá comprendido algo del loor y la alabanza debidos a SDM que vocean nuestras iglesias? Pero no hay nada que los acerque a entender el misterio de la fe pintado, tallado y ensamblado por los artistas a lo largo de los siglos en Sevilla. Nadie les habrá acompañado en ese descubrimiento, casi teofánico, de los pilares de la religiosidad popular. Otro año será. En el convento de San Buenaventura (lo que queda de la Casa Grande franciscana que ocupaba toda la Plaza Nueva) , al fin da este cronista con un monumento listo. Quiero decir, con vigilante y cordón de seguridad. Tiene ese aire conceptual, por abstracto, que ahora se lleva tanto: una jarra de vino, una hogaza, el tabernáculo con la puerta entornada y al otro lado, la jofaina y el aguamanil cubiertos por la toalla. ¡Pero si nuestros chavales no han visto una palangana en su vida, cómo van a descubrir la grandeza de la ceremonia del lavatorio de pies! Aute pedía más cine, por favor, y este autor pide más mistagogía, por Dios. Al final, lo único que puede hacerse en la ciudad un Jueves Santo sin pasos es andar de acá para allá peleándose con el paraguas esquivando chaparrones hasta que se hace la hora de comer y cada mochuelo se va a su olivo. Bendita lluvia que nos da en la cresta de nuestro crecido orgullo y nos enseña a tolerar la frustración inherente al vivir. Aunque me da que los visitantes foráneos, los de la hostelería y los de los mil puestecillos de feria de pueblo aparcados en las cuatro esquinas de la ciudad no lo ven exactamente como un servidor. El año que viene… salga el sol por Antequera. Si Dios quiere.











СМИ24.net — правдивые новости, непрерывно 24/7 на русском языке с ежеминутным обновлением *