Terrible fealdad
Contratapa
Las casas no son seguras. Las oficinas, tampoco. Una inofensiva cola de pre embarque puede transformarse en gritos, insultos y empujones. Una simple caminata por el barrio altera a la señora –minutos antes atenta a su tecito y masas finas–, ni bien te ve pasar. Te grita: corruptos y regresa feliz de haber cumplido su labor cívico-moral e imperturbable engulle lo que...